martes, 12 de enero de 2010

Un fragmento de la novela 'Auto de fe'

Aunque no hay espíritu que medre con novelas, el placer que en ocasiones nos ofrecen se paga muy caro: acaban por erosionar el carácter más firme. Aprendemos a identificarnos con todo tipo de personas. Uno le coge el gusto a ese vaivén perpetuo y se confunde con los personajes que le agradan. Cualquier punto de vista nos resulta concebible. Nos lanzamos con fruición tras objetivos ajenos y perdemos de vista los nuestros. Las novelas son como cuñas que el escritor, aquel histrión de pluma, va clavando en la hermética personalidad de los lectores. Cuanto mejor calcule las medidas de la cuña y la resistencia por vencer, más dividida dejará a su víctima. El Estado debería prohibir las novelas.

Elias Canetti

3 comentarios:

Moni dijo...

En la època en que era joven, la verdad estaba en los libros. Entonces fue cuando debieron prohibir las novelas rosas y los cuentos de hadas. Para que desde niñas supieramos que no existen los principes azules, ni los vivieron para siempre felices, ni los héroes que te rescatan del peligro ...., nos hubiéramos ahorrado muchas lagrimas y muchas horas de terapia, ja.
Lo que deberáin prohibir ahora es wikipedia, jaja

Moni dijo...

ahora en serio , ja. Yo creo como Phillip K. Dick .
De modo que también para mi son reales los libros; no solo me vinculan con otras mentes, sino con la visión de otras mentes, con lo que esas mentes comprenden y ven. Veo sus mundos tan claramente como el mío.
Creo que sólo te apropias e incorporas características de las personalidades ficticias o pseudo ficticias de un libro, sino también te apropias e incorporas manías, virtudes y defectos de la gente de tu entorno, de manera conciente e inconciente.

Gabriela dijo...

Estoy de acuerdo, si prohibieran todas esas novelas rosas, nos ahorrariamos un dineral en terapia y muchas lagrimas.