sábado, 29 de diciembre de 2007

FELIZ AÑO, ABRAZO...

martes, 18 de diciembre de 2007




Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.


A. Einstein



sábado, 8 de diciembre de 2007

08/12/2007

Ayer, 20:30, hizo un año de que me hicieron ver mi suerte. Día maldito. El mundo se volvió loco... o al menos el mío naufragó en un mar de sinsentidos.


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Hoy hace un año, a muy tempranas horas de la madrugada, comía fruta seca y bebía té de azahar sentada en un sofá-cama, viendo pelis, huyendo de la posibilidad de soñar; lejos de mi familia, de mis objetos personales y, sobre todo, lejos de dos de los seres que más he amado.

Desolación abrumadora, eso describe más o menos lo que transitaba en mi interior. Amelie y Rojo traté de que fueran mi evasión; estaba tan desesperada, decepcionada y triste, que necesitaba saber que, aunque sea en la mente de algún guionista, podían existir personas sensibles y buena onda como Valentine Dussaut; quería recobrar, aunque fuera por ese medio, la fe en... no sé, quizá simplemente la fe.

Con todos los pensamientos revueltos, llore que llore, trataba de entender qué carajo había ocurrido mal en los dos meses anteriores y, sobre todo, qué carajo ocurrió mal la noche anterior. Pensaba en lo que yo había dicho, en cómo había actuado, trataba de ponerme en los zapatos de los otros y analizaba si, con mis actos, había colocado las minas que provocaron ese derrumbe.


Ahora sé que hay veces que la coherencia comienza a divergir de nuestro presente sin uno darse cuenta exactamente de cuándo y cómo ocurre, y que, cuando uno se percata de lo lejos que aquella se encuentra, es demasiado tarde para traerla de regreso y así evitar que la locura se apodere de un desafortunado momento. También reafirmé que un hecho vive como dentro de un poliedro de muchas caras translúcidas y que el enfoque que se le dé depende de a través de cuál de ellas se esté observando, de las propias experiencias, ideología y prejuicios, y que con todo eso cada quien construye su propia verdad de las cosas.

En momentos de crisis las personas suelen mostrar cosas que en la cotidianeidad se encuentran dormidas; cosas buenas, malas, exóticas... Yo, de aquel evento nefasto, solo me quiero quedar con el descubrimiento de la belleza interior de aquel quien me dio asilo y con aquello que, aunque no fue nuevo para mí, me hizo sentir en extremo afortunada: El apoyo de esos seres maravillosos con quienes comparto esta casa.

Elijo quedarme con sus voces al teléfono, regalándome un poco de tiempo a pesar de estar ocupados; elijo quedarme con su fuerza al tratar de hacerme reír con chistes bobos (de esos que me encantan); elijo quedarme con el bálsamo de sus palabras, que fueron la mejor medicina que pude haber elegido. Y agradezco eso que me dieron: compañía, apoyo y sus siempre firmes manos para ayudar a levantarme. En fin, palabras faltan, como siempre.


Hoy solo me resta decir que los quiero MUCHO, MUCHÍSIMO.