En algún momento dejaste de ser visión, solo el recuerdo de una imagen borrosa ocupaba sus ojos. Dejaste, también, de ser sonido, excepto en sus sueños donde recreaba tu risa. Poco después dejaste de ser tacto, el roce del viento dejó de ser el símil. Después mermaste en ser olor, ese olor del que es difícil desprendese aun.
Luego, te convertiste en palabras, en un juego de caracteres acomodados de forma precisa; te convertiste en cuento, en novela, en elegía, en poema, en aforismo, en guión. Solo palabras distribuídas en un pedazo de un recuadro. Solo ideas etéreas. Todas ellas de 10 a 12. Palabras amalgamadas con recuerdos: lo que te daba vida. Imaginación y fantasía.
Bien, ya se dio cuenta, ahora solo será cuestión de voltear alrededor y acordarse de que hay una realidad tangible que invade sus sentidos. Solo es cuestión de Cerrar el Libro y Seguir.